
Guatemala es el paradigma de muchos de los males que enfrenta nuestra sociedad. Allí la muerte está sobre la tierra, en las grietas y barrancos de un país azotado por terremotos y erupciones. La muerte está en las fosas comunes llenas de desaparecidos y vestida de cotidiano en las calles de los barrios más peligrosos de la ciudad. La abundancia y la miseria conviven a la vez en un mismo lugar. El poderoso anula la posibilidad de luchar de los pobres, condenó al indígena a nacer sobre el suelo de su choza, a vender en los semáforos entre los coches de la ciudad, como si la derrota que sufrieron hace treinta años fuera hereditaria. El poderoso condena a la hambruna, a trabajar desde niño. El indígena sufre y conoce el racismo de la larga noche de los 500 años, un prejuicio secular que ha marcado para siempre y de forma trágica a este pequeño país de Centroamérica.
Emilio Mateo.
www.emiliomateo.es
Estas frases pueden valer en cualquier contexto dentro de los pueblos indígenas de centro y Suramérica; la pregunta es, como es posible que nos podamos llamar civilizados, diezmando sin conciencia a pueblos enteros, principio de todo lo que hoy somos y dueños y señores de la tierra; no solo de ellos, si no de todos nosotros los que la poblamos y sin miramientos la destrozamos.
Guatemala es un país multicultural, multiétnico y plurilingüe donde viven poblaciones indígenas de origen maya, xincas que no son de origen maya, garifunas de origen africano y ladinos o mestizos de origen español e indígena.
En cuanto a su posición socio-económica, aunque el 51% de la población guatemalteca vive bajo el umbral de pobreza y el 15.2 % en extrema pobreza, ésta es mayoritariamente indígena.
Hemos de reflexionar y pensar que todos y cada uno de nosotros: ricos, pobres, indios, blancos, negros podemos convivir y respetarnos mutuamente; solo a mi entender, nos hace falta desprendernos de nuestro miedo a lo desconocido
Emilio Rodríguez
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